Transcribo textualmente el interesante comentario que el periodista y director de Radio Lider-Punto Radio en Galicia, Fernando González Macías ha escrito recientemente sobre Sogama:
¿Huele a podrido en Sogama?
Ahora mismo a Sogama se le puede aplicar aquello que se decía de Dinamarca. Algo huele a podrido -y no son sólo las basuras que allí se tratan- en la Sociedade Galega de Medioambiente, la entidad creada por la Xunta y Unión FENOSA a principios de los años 90 con el fin de poner en marcha un modelo único de tratamiento de residuos y acabar con el grave impacto causaban cientos de vertederos de basuras en el entorno natural y en el paisaje de Galicia.
Fue aquella una apuesta decidida por la incineración que desde el principio tuvo enfrente al movimiento ecologista y ante la cual algunos ayuntamientos, más por razones políticas que medioambientales, se plantearon la alternativa del compostaje. Ese fue el caso de A Coruña y su área de influencia, con la creación del complejo de Nostián, como respuesta al hundimiento del vertedero de Bens, una opción que se ha revelado ineficaz, además de problemática.
El cambio de gobierno en la Xunta, en 2005, trajo consigo serios desencuentros en el seno del consejo de administración de Sogama. Los representantes de Unión FENOSA marcaron distancias desde el principio con los consejeros designados por la Consellería de Medio Ambiente y sobre todo con el nuevo presidente, José Díaz, quien nunca ocultó el propósito de cambiar radicalmente de modelo. Un cambio que, entre otras cosas, puede poner en riesgo el beneficio que a la compañía eléctrica le reporta el tinglado de Cerceda, no tanto por la energía que se obtiene de la incineración, sino sobre todo por los servicios que allí prestan empresas del grupo FENOSA.
Las discrepancias entre las partes asociadas en Sogama han trascendido en los últimos días por las graves acusaciones que el PPdeG ha lanzado contra el presidente, a quien la oposición tiene puesto en el punto de mira. Dicen que amañó el concurso para adjudicar la gestión de la planta de envases ligeros, para que no recayese en Urbaser, una filial de la ACS de Florentino Pérez (que estuvo vinculado a FENOSA) y que para ello pidió un informe a medida a la Universidad de Vigo, en el que se apostaba por dar la concesión, cifrada en 19 millones de euros, a la compañía CESPA, del Grupo Ferrovial. Además José Díaz está incluido en la lista de usuarios de Audis de lujo que blanden los populares para fustigar al bipartito, por derrochador, en estos tiempos de crisis.
Por descontado que, con estas acusaciones y otras que vendrán, de lo que se trata es sembrar sospechas, de generar un olor a podredumbre, que es el que normalmente se desprende de todo lo que se corrompe, de cualquier forma de corrupción. Y a los del PP eso no les está resultando difícil, sobre todo porque tienen información de primera mano (por supuesto interesada) de lo que se cuece en el interior de Sogama, de los puntos de fricción, de lo que unos y otros tienen que tapar, y porque los actuales gestores no han actuado con la transparencia que les sería exigible, empezando por explicar convenientemente qué es lo que piensan hacer con Cerceda y cuál es la alternativa.
Ojalá el debate sobre la “lei do lixo” en el Parlamento sirva para algo más que para que tirios y troyanos, se tiren Sogama a la cabeza. Porque si aquí algo está claro es que, aun tratándose de residuos este no es, ni puede ser un asunto residual.
Fernando González Macías
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